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miércoles, 26 de abril de 2017

Historia de un bombón: echando la vista atrás

Hace ya 10 años que el gluten desapareció de mi vida para siempre, y desde esa fecha, tanto dentro como fuera de casa toda mi alimentación se basa en una dieta libre de gluten. A lo largo de este tiempo, han sido muchas las veces que diferentes personas me han hecho la misma pregunta: "¿y no echas de menos ninguna comida "de antes", cuando comías gluten?". La respuesta siempre es la misma: no. 


Siempre que pienso en algún alimento "glutenero" de los que comía antes, me doy cuenta de que ese alimento lo recuerdo no por el alimento en sí, si no por el momento o las circunstancias que lleva unido a él; por ejemplo: las tostadas de pan que me comía en el pueblo en verano, los dulces que nos compraba mi abuela, la mona de Pascua que significaba además que mi cumpleaños estaba cerca... todos estos alimentos los recuerdo asociados a algo o a alguien, por lo que realmente no echo de menos su sabor, si no que este alimento se ha convertido en un recuerdo más, al igual que podría ser la primera vez que pisas la playa o ves un amanecer. Sin embargo, quizás debido a todos estos años que llevo ya comiendo sin gluten, sí recuerdo los primeros productos que comí sin gluten estando ya diagnosticada de celíaca, como aquellas galletas tipo cookies con chocolate de las que os he hablado alguna vez (mi primer producto procesado sin gluten!) y que recuerdo perfectamente quién me las compró, cuándo, dónde me las dio y hasta en qué momento del día las probé: fue mi madre una tarde de invierno que hasta ya era de noche, que regresó a casa con el paquete y me lo dio en el salón de casa mientras me explicaba que no me agobiara por la comida porque había "de todo sin gluten", y que ella conocía a alguien más que también lo era "y comía de todo" (¡hace 10 años!). 
Y otro de los momentos que también recuerdo, fueron mis primeros "bombones" sin gluten. 


Los que me conocen saben que soy una amante del chocolate: me encanta el chocolate negro, cuanto más amargo mejor, y mi helado preferido es el de chocolate con trozos de chocolate (efectivamente, no me gusta el chocolate blanco). Los que llevéis más tiempo comiendo sin gluten podréis recordar lo difícil que era entonces encontrar algún dulce lo primero sin gluten, lo segundo que no tuvieras que empeñar un riñón para pagarlo, y por último que lo pudieras comprar en tu ciudad. 
Recuerdo que durante muchísimo tiempo tenía que cruzarme literalmente la ciudad en la que vivía para ir a comprar a una pequeña herboristería mi comida: pan, pasta, algunas galletas... Y recuerdo que aunque sí encontraba tabletas de chocolate, nunca daba con bombones sin gluten en mi ciudad... ¡los que seáis amantes del chocolate me entenderéis perfectamente!

Pero estaba feliz, porque al menos tenía tabletas de chocolate y todos sabemos que una tableta (por lo general) suele durar más tiempo que una caja de bombones!! Sin embargo, echaba de menos comerme un bombón, o mejor dicho, esa experiencia que encierra un bombón: elegir la caja en la tienda, abrirla y descubrir bombones de diferentes tamaños, formas y a veces hasta colores, pensar un rato largo cuál de todos vas a probar primero para terminar eligiendo siempre el mismo... 
Por eso, recuerdo que me puse especialmente contenta cuando un día mis padres aparecieron con una pequeña cajita amarilla y medio transparente (es curioso, no recuerdo la marca pero sí perfectamente cómo era la caja) que tenía lenguas de gato sin gluten....!!! ¡Eso es casi un bombón! Podéis imaginar mi cara... 
Y recuerdo también que, aunque en este caso todas las lenguas de gato eran iguales, me gustaba abrir la caja y seguir el mismo ritual: abrirla cuidadosamente, mirarlas un rato pensando cuál elegir y finalmente llevarme una a la boca guardando el resto para otro día. Saborear la lengua que había elegido y pensar en lo mucho que me gusta el chocolate... ¡Me sabían a gloria! Y por supuesto, solo me lo comía en ocasiones especiales, nada de todos los días, porque esas lenguas de gato eran "mis bombones" y estos se reservan solo, como todos sabemos, para momentos especiales. 

Con el tiempo, aquellas lenguas de gato dejaron de verse en las tiendas de mi ciudad (imagino además que serían bastante caras, como todo lo sin gluten entonces) al tiempo que poco a poco la oferta de comida apta fue creciendo. 
Hoy, raro es el super al que entramos y no podemos encontrar al menos una caja de bombones variados etiquetados "sin gluten". Confieso que los he comprado y los he comido, siguiendo siempre mi mismo ritual para los bombones, pero también tengo que confesar que ninguno me ha sabido tan rico como aquellas lenguas de gato que comía hace 10 años: eran pequeñas y tenían un dibujo de un gatito en un lateral, eran todas iguales y sabía que al abrir la caja los sabores no habrían variado, pero qué queréis que os diga, fueron mis primeros bombones sin gluten y, al igual que me pasa con los recuerdos de la comida glutanera, estos ya han pasado a formar parte del cajón de experiencias gastronómicas a recordar. 

Desde entonces, y como os decía, hace ya 10 años, no he vuelto a encontrar estas lenguas de gato. Celebro que si bajo al super del barrio pueda comprar bombones sin gluten y cada vez más variados (como ocurre con otros de nuestros productos) pero creo que inconscientemente seguiré buscando mis lenguas de gato por todas las tiendas que visite: mis primeros bombones como yo las llamo. 


Como decía aquel rey en esa obra de teatro... 
"Una lengua de gato, una lengua de gato...
¡Mi reino por una lengua de gato!" 


¿Y en tu caso, qué alimento sin gluten tiene también una historia especial? 
¿Me la cuentas?




2 comentarios:

Caminar sin gluten dijo...

Nos ha encantado como nos has llevado por tus recuerdos antes del diagnóstico. Como nos has transportado a esas primeras galletas que te trajo tu madre -recuerdos para ella- y lo que te dijo.

Y como en casa somos muy chocolatero te entendemos perfectamente cuando nos hablas de esas lenguas de gato, que seguro vas a encontrar.

Besotes

Ana y Víctor

Prydwen dijo...

Hola amigos!!!

De vuestra parte!! ;) Ella también os envía un abrazo :)
Cuando preparaba este post además me acordé mucho de vosotros, porque con la de viajes que habéis hecho (¡y los que os quedan!) seguro que tenéis muchas anécdotas y momentos vividos en torno a la gastronomía.

Las lenguas de gato... ojalá las encuentre! En cuanto lo haga, colgaré la foto con una gran sonrisa! :D

Besotes!!!